lunes, 3 de septiembre de 2012

Brillan las alas abiertas de la garza blanca.

Brillan las las alas abiertas de la garza blanca, así se llama el ejercicio de Yang de corazón, un nombre poético muy propicio para un movimiento que quita peso al estrés diario, otorgándonos a cambio, bienestar, alivio y paz. Al desplegar un brazo hacia el cielo y otro hacia la tierra encontramos el equilibrio exacto que necesita nuestro cuerpo, pero especialmente nuestro agitado pensamiento.

Lo único que importa es el aire que entra y sale; seguir con la mirada la manoque sube y baja recorriendo el esternón para que el pericardio reciba un masaje suave y nuestra concentración que deja pasar los pensamientos, sin apegarse a ellos, permitiéndonos llegar casi a un estado meditativo, de contacto puro y único con el universo infinito.